Ernesto Sanz, dirigente nacional de la UCR, calificó a Mauricio Macri “cómo el más progresista de los presidentes argentinos después de Raúl Alfonsín”.
Lo quiero decir claramente: Sanz le falta el respeto a la memoria de Raúl Alfonsín, aproximándolo a un empresario que representa claramente los intereses de los sectores económicos que endeudaron el país y profundizaron la pobreza.
Muchos radicales no nos sentimos identificados con las políticas del gobierno de Cambiemos. No se trata de ampararse en los calores momentáneos del voto ciudadano. Hacer afirmaciones de ese tenor, demuestra el lamentable oportunismo de la dirigencia nacional del partido, que cree que se trata sólo de ganar elecciones.
Asemejar un estadista como Alfonsín, símbolo definitivo de la Argentina democrática, a un empresario ‘exitoso’ a base de negocios con el Estado me parece de una impertinencia absoluta.
Hoy es cómodo elogiar a Macri, pero es de una irresponsable comodidad. Sanz y los radicales que sólo piensan en ocupar cargos se desentienden de los resultados de las políticas del gobierno que acompañan.
Alfonsín fue golpeado por los sectores que hoy gobiernan. Fueron los intereses de esos sectores económicos los que promovieron la hiperinflación y la desestabilización de su gobierno. No se puede tener semejante desmemoria, y ser tan frágiles de voluntad.
El propio Alfonsín aseguraba que era preferible perder elecciones antes que convertirse en conservadores. Sanz y los aliados incondicionales de esta gestión manosean su memoria y condenan al radicalismo a ser cómplices de las consecuencias que dejará el ajuste y el modelo de concentración que Macri, aún con más dureza, implementará después del triunfo del domingo.
Los radicales que no nos sentimos identificados con CAMBIEMOS tenemos que reaccionar. Demandará tiempo la construcción de una verdadera alternativa progresista. No pueden ser los resultados electorales estacionales el modo de definir nuestro rumbo. Nuestra obligación es construir una alternativa, que tenga como bandera la democracia social y la distribución de la riqueza, el acceso de la población a la educación y la salud pública de calidad.