Les comparto un fragmento de mi intervención durante la sesión en la Cámara de Diputados que aprobó el proyecto de Abogado del Niño:
“Desde el 2016 venimos trabajando junto a notables especialistas en derechos de la infancia y con los Colegios de Abogados de las 5 regiones de la provincia con una meta clara: asegurarle a los niños y niñas que están dentro de una disputa familiar, que no van a la escuela, que esperan en diferentes instituciones por una familia, que son sometidos al trabajo infantil o que sufren de violencia doméstica, entre otras, la defensa propia de un letrado formado y especializado.
Es una satisfacción muy grande que todo el trabajo de estos años se vea reflejado en la media sanción de la ley de `Abogado del Niño´.
Con esta ley estamos poniendo a nuestra legislación a la altura del cambio cultural que nos atraviesa. La sociedad está cambiando, los modelos de familia están cambiando. En este contexto debemos reconocer que lo que significó avanzar con la ley de divorcio, de matrimonio igualitario y con la igualdad de género, no tuvo su correspondencia en los menos escuchados, que son los chicos.
Se habla mucho del interés superior del niño, pero si al momento de escucharlo se lo priva de ese derecho, lo que queda manifiesto es la interpretación de lo que el propio Tribunal entiende que es su interés y deseo, y no lo que realmente quiere el chico.
Todavía hoy sobreviven viejas concepciones del viejo patronato, donde por un lado se repite hasta el cansancio que los niños son sujetos de derechos, pero por el otro, se los trata como incapaces. Si realmente creemos que el niño es un sujeto de derecho, debemos salir de las declaraciones vacías y ponerle coherencia a nuestros textos. Eso es lo que estamos haciendo hoy.
Un jurista chileno, atravesado por el prejuicio, hablaba de “La teoría del balancín” en la cual decía que en los niños hay que balancear sus intereses y sus deseos, como si fueran opuestos, como si estuvieran disociados, como si los chicos desearan cosas que en realidad no les convienen.
Estamos orgullosos de coincidir en la necesidad de avanzar en la conquista de derechos de la niñez y adolescencia.
No vamos a dejar de insistir que los tiempos de adopción es uno de los principales problemas a abordar. El tiempo que pierde un niño no se recupera y que hasta que se dé la eventual declaración del estado de adoptabilidad, debe haber un Abogado del Niño que no permita perder ni un día en el proceso.
Hay que destacar que la figura del Abogado del Niño ya existe y se implementa en la provincia. Especialmente en juzgados de familia, pero hacía falta una norma que de alguna manera lo institucionalice, lo reglamente, que establezca definitivamente cómo se van a designar, quién será la autoridad de control, el registro y a su vez quién va a pagar los honorarios.
En las experiencias cercanas con los niños, resulta evidente la calidad del empoderamiento que logran y el cambio visible de actitud que se manifiesta una vez que son realmente escuchados, una vez que comienzan a sentirse sujetos activos dentro del conflicto que los involucra, sienten una protección mayor en cuanto al poder de decisión, un acompañamiento de un tercero, que saben que los escuchará y no manipulara sus dichos; y en todo caso, su libre voluntad de elección se refuerza.
En tema de niñez tenemos mucho por hacer pero todo lo que estamos logrando es un gran avance y confiamos en que antes de fin de año el Abogado del Niño sea Ley”.