Mauricio Macri inició negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y, una vez más, la UCR se presenta ante la sociedad como protagonista de un hecho luctuoso y perjudicial para la historia del país.
Una vez más, los dirigentes nacionales del partido, sin ninguna consulta con las bases y los distintos sectores partidarios, decide por su propia cuenta, firmar con nuestras siglas, una decisión política trágica, que generará efectos desastrosos para el tejido social argentino.
Olvidando los principios elementales del partido y alejados de la realidad del ciudadano, vemos y escuchamos a nuestros dirigentes nacionales, acompañar la decisión del gobierno de Macri de volver a las reglas del Fondo Monetario Internacional, sellando de esa manera- sin que quede duda frente a la sociedad- cuáles son los intereses que defienden.
Veníamos anticipando el peligroso rumbo que estaba tomando el gobierno. Veníamos advirtiendo la ausencia de políticas que apuesten al desarrollo, al crecimiento y al fortalecimiento de los sectores medios, esos que históricamente han sido el motor de todos los procesos de crecimiento que tuvo el país durante su historia.
Veníamos advirtiendo los efectos que causaban estas políticas en la confianza de los ciudadanos, hartos ya de esperar algún alivio y sistemáticamente castigados por los tarifazos, los ajustes fiscales y el deterioro de su calidad de vida.
Veníamos anunciando los riesgos de continuar con este proceso de concentración que hasta ahora, luego de dos años y medio de gobierno, han favorecido a los grandes capitales internacionales, a las empresas de las que son parte los principales funcionarios del gobierno, y el incumplimiento de cada una de las promesas electorales de 2015.
Hoy, la Alianza Cambiemos, sinceró sus objetivos y puso al país de nuevo al servicio de los intereses de la timba financiera y a las órdenes de un organismo internacional que nos hundió a lo largo de su historia, en los peores indicies de pobreza, marginalidad, educación y salud pública de la historia.
Mauricio Macri, por impericia o por cinismo, terminó entregando el mando de la economía de todos los argentinos al FMI, del que no se puede esperar otra cosa que no sean los mismos resultados de siempre.
Es hora de que los radicales reaccionemos y tomemos distancia del gobierno. No podemos, por principios ni por convicciones, continuar adhiriendo a un modelo de país que la mayoría de nuestros integrantes no compartimos. Porque este gobierno no representa los valores de la democracia social con la que nos formamos y con la que soñamos construir.